viernes, 15 de mayo de 2015

Pasan los 101 KM... Llega Ronda Romántica

Sintiendo mucho las tardanzas de nuestras entradas, volvemos a pronunciarnos para que no nos echéis en falta. Lo cierto es que estamos a tope, primero preparando todo para que los 101 KM fuese una experiencia única para nuestros huéspedes, apoyándoles, motivándoles y decorándolo todo con motivo de la famosa carrera.

Adjuntamos un par de fotos de un pequeño detalle que tuvimos con los participantes de la prueba. En una de ellas se ve un poco por encima el contenido de ese detalle (una bolsa con varias piezas de fruta, barrita energética, agua...) y en la otra vemos al grupo "Balas Perdías" recibiendo esta bolsa, y según se puede ver en sus caras, con ilusión.



¿Alguna vez os habéis preguntado por qué son 101 kilómetros? Pues aquí va un poco de historia:

Hemos de situarnos 94 años atrás, en 1921. España estaba entonces en la dura tarea de pacificar la zona norte de Marruecos –Francia lo hacía en la zona sur- en una intervención militar que, salvando el tiempo y la distancia, se parecía a la actual intervención en Afganistán. España llevaba a cabo esta misión partiendo desde tres puntos: Ceuta, Melilla –ciudades españolas- y Larache –una ciudad marroquí de la costa atlántica. Desde estos orígenes, las tropas españolas iban penetrando en Marruecos para pacificar, por las buenas o a la fuerza, las kabilas –tribus- rebeldes a la autoridad del Sultán. Se trataba de devolver a este su autoridad y que Marruecos acabara funcionando como un estado normal. La Legión, recién creada en Ceuta en 1920, estaba mano a mano con los Regulares encabezando las columnas que atacaban a los rebeldes.
Era la noche del 21 de julio de 1921. La columna del general Marzo, que estaba tratando de derrotar a los seguidores del cabecilla el Raisuni en Tazarut, estaba acampada en Rokba el Gozal –al suroeste de Tetuán, en la región de Yebala-. Allí estaban descansando las tropas tras haber ocupado el Zoco el Jemís de Beni Arós, el lugar donde los integrantes de esta kabilamontaban el mercado cada jueves.

Eran las 2 de la noche cuando llegó un mensaje muy urgente que, sin dar más detalles, ordenaba al jefe de La Legión, el teniente coronel Millán Astray, que de inmediato mandara una bandera lista para el combate al Fondak –posada- de Ain Yedida. Esto sólo podía significar una grave situación, pero entraba en lo normal: los legionarios estaban para acudir a combatir allí donde fuera necesario.

Millán Astray mandó tocar ‘generala’ –en toque de cornetín que ordena formar al instante por una emergencia- y los legionarios de la I Bandera –mandada por el comandante Franco, 29 años- y los de la 4ª compañía de la II Bandera –que estaba con ella de refuerzo- desmontaron su campamento, se equiparon y, a las 2 y cuarto, ya estaban marchando; cada legionario llevaba210 cartuchos –muchos más de los 150 que lleva actualmente un fusilero-.

Marcharon a toda la velocidad posible, sin más detenciones que unos pocos minutos cada hora,durante 11 horas seguidas. A la 1 de la tarde del día siguiente, la columna hizo un alto en un lugar llamado Ali Judi para comer y descansar un par de horas. A las 3 de la tarde los legionarios reanudaron la marcha a todo lo que daban las piernas porque sabían que la situación, allí donde fuera, exigía imperiosamente su presencia. La cabeza de la columna, que marchaba sin guías, se perdió, dio un gran rodeo y tardó en encontrar el camino correcto.

Se siguió marchando durante toda la tarde entre el polvo, el calor y la sed, y la fatiga acabó apoderándose de los legionarios; dijo la crónica: “andan como autómatas poniendo todo su pensamiento, su voluntad en caminar silenciosos, ahorrando palabras inútiles. El cansancio es terrible”.

Cerca de la medianoche, tras otras 9 horas de marcha forzada, y teniendo que vencer una empinada cuesta arriba en medio de un vendaval, la cabeza de la columna llegó a su destino: elFondak de Ain Yedida. Nada más llegar, los legionarios, derrengados, no esperaron a cenar ni a montar las tiendas de campaña; se tiraron al suelo a dormir. El final de la columna tardó en llegar un par de horas pues traía a los legionarios que, por las rozaduras del calzado, lesiones o fatiga, no pudieron seguir el endiablado ritmo. Después se supo que dos legionarios habían muerto de agotamiento.
Nuevas órdenes obligaban a continuar rápidamente hasta Tetuán. Pero los legionarios no podían seguir; era absolutamente necesario que descansaran siquiera un par de horas, porque estaban a punto de quedar inutilizados para ningún combate. A las 3 de la noche se tocó diana, pero los legionarios no conseguían levantarse; no podían ni moverse de la paliza de las horas anteriores. Poco a poco, conscientes de la gravedad de la situación, la columna se organizó y reanudó la marcha, repartiéndose el desayuno por el camino.

Llegaron nuevas noticias: tampoco era Tetuán el final de la marcha; era sólo una etapa camino deCeuta. ¿Ceuta? ¿Pasaba algo en Ceuta? Nadie podía dar noticias pero se temían muy graves. Yla marcha prosiguió durante otras 7 horas hasta que, a las 10 de la mañana del 22 de julio, la columna llegó a Tetuán.

La I Bandera acabó así una de las marchas más extraordinarias que una unidad de infantería hubiera hecho jamás. Había cumplido las exigencias del Credo Legionario, el código de comportamiento que estableció el Fundador. Dice el Espíritu de Marcha: “Jamás un legionario dirá que está cansado hasta caer reventado. Será el cuerpo más veloz y resistente”; y el Espíritu de Disciplina: “Cumplirá su deber. Obedecerá hasta morir”.

Se ha calculado que los legionarios habían marchado, cargados de equipo, armas y municiones, en medio de un ambiente abrasador, unos 100 kilómetros a marchas forzadas, aunque la verdadera distancia resulta difícil de precisar por el recorrido adicional hecho cuando la cabeza de la columna se extravió. Los legionarios hicieron todo este esfuerzo a lo largo de unas 27 o 28 horas parando a descansar sólo 2 y durmiendo otras 3. Una distancia que viene a ser como Madrid-Ávila, Barcelona-Tarragona, Lugo–Santiago de Compostela o Granada – Jaén.

Por todo esto, y para que no se olvide semejante hazaña de la I Bandera, se determinó que la carrera actual fuera de 100 + 1 kilómetros en recuerdo simbólico de todo aquel recorrido.

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Y bueno, con esto nos despedimos por ahora (¡Qué tenemos que decorar esto y disfrazarnos de bandoleros!). Volveremos, eso sí, lo antes posible para seguir tratando de ilustrar un poco y ofrecer toda la información cultural posible.

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